"Unas
veces me siento
como pobre colina
y otras como montaña
de cumbres repetidas.
Unas veces me siento
como un acantilado
y en otras como un cielo
azul pero lejano.
A veces uno es
manantial entre rocas
y otras veces un árbol
con las últimas hojas".
como pobre colina
y otras como montaña
de cumbres repetidas.
Unas veces me siento
como un acantilado
y en otras como un cielo
azul pero lejano.
A veces uno es
manantial entre rocas
y otras veces un árbol
con las últimas hojas".
Mario Benedetti
Con este bello poema Benedetti nos expresa la volatilidad de los estados de ánimo. Y hemos querido que este post no esté cargado de las descripciones de los estados de ánimo desde un punto de vista patológico. Hoy lo vamos a analizar desde un punto de vista mucho más normalizado: desde el punto de vista de aquellas personas que le cambia el humor, sin saber porqué y las razones que la llevan a ello y le generan algunos inconvenientes con ellas mismas o los demás.
No , no somos responsables de nuestro estado de ánimo, aunque si que lo somos del tiempo que permanecemos anclados en él.
Las emociones (ya las describiamos en nuestro anterior post) y los estados de ánimo están intimamente ligados y además están relacionados también con la comunicación (como también referíamos en otro Ted-post), están muy conectados.
Los días que te levantas de la cama un poco depre, triste, solo/a,el día que llegas al trabajo bastante irritable, el dia que todo te sienta mal, los momentos en los que cualquier cosa que te proponen te parece mal.... , estas son algunas de las situaciones que a veces se te presentan y no sabes muy bien a que se deben. Incluso a veces te cuesta reconocerlos. estos estados de ánimo sin causa aparente son los que nos dificultan nuestro día a día. No deben confundirse con la patología. Aquellos que se mantienen a lo largo del tiempo, durante meses incluso, que indican ya que hay una patología emocional: depresión, ansiedad, crisis bipolares.... Aunque no es frecuente confundir una patología con un estado de ánimo y mucho menos etiquetar a la gente con alguno de los síntomas del cambio del estado de ánimo como si fuera una patología. (Algo que debemos evitar con la gente que los padece, ya que perjudican su mejora). Afirmaciones como "..Eres un/a depresivo/a" , "Eres un/a maníaco/a/depresivo/a..., un/a bipolar" son afirmaciones frecuentes de amigos/as, familias y conocidos, pero causan un efecto negativo y de indefensión de la persona que lo recibe que acaba creyéndose que no puede luchar contra esa etiqueta.
Las emociones son procesos neuroquímicos y cognitivos relacionados con la arquitectura de la mente —toma de decisiones, memoria, atención, percepción,imaginación, que han sido perfeccionadas por el proceso de selección natural como respuesta a las necesidades de supervivencia y reproducción. La interacción del organismo con el entorno constituye la matriz biológica de la experiencia subjetiva y social del ser humano, que identifica de este modo el carácter favorable o desfavorable del entorno hacia esta lucha.
Los estados de ánimo no están relacionados con acontecimientos determinados, como es el caso de las emociones.
Las diferentes
épocas del año, los días de la semana, diversos momentos de nuestras vidas, la
situación atmosférica... Todas estas circunstancias y muchas otras, tienen la
capacidad de teñir nuestro estado de ánimo personal y condicionarlo. Factores
como el tiempo, la edad, el lugar en el que nos encontramos, el momento del
día... intervienen y modifican nuestro estado de ánimo.
· PPodemos acceder a transformaciones de nuestra emocionalidad a
través del lenguaje, de lo que nos decimos a nosotros mismos, por eso decimos que a través de la conversación, de la ayuda de un/a buen/a profesional (psicólogo) podemos rediseñar estados de ánimo. Veamos algunas pautas para
llevarlo a cabo en el siguiente apartado:
Como mejorar nuestro estado de ánimo
- .-Es básico e importante convertirse en un buen observador de estados de ánimo, es importante desarrollar y refinar la capacidad para acceder a nuestro mundo emocional y al de las personas que nos rodean, a través de la observación y de la reflexión. En general, tenemos poco contacto con nuestro mundo emocional y, en ocasiones, este contacto está totalmente bloqueado. Saber reconocer nuestros sentimientos es algo trascendental. Ya hablábamos en el capítulo de Inteligencia emocional de ello.
- .-No somos responsables de nuestro estado de ánimo, sin embargo, si somos responsables del tiempo que decidimos permanecer anclados en él. Si reconocemos que no somos productores de nuestros estados de ánimo, sino que son éstos los que nos producen a nosotros, podremos intervenir más fácilmente y de forma más liviana en nuestros estados de ánimo.
- .-Debemos cuidarnos de las historias que hemos fabricado nosotros/as mismos/as en torno a nuestros estados de ánimo. Tendemos a encontrar correctos nuestros estados de ánimo y podemos dar infinitas razones del enorme sentido que tiene el estar en ellos. Es importante recordar que a menudo el estado de ánimo no se produjo por lo que contamos en nuestra historia, sino que fue el estado de ánimo el que produjo la historia. Es al revés.
- .-Una vez que identificamos el estado de ánimo, deberíamos buscar los juicios que corresponden a él. es decir, los pensamientos o supuestos subyacentes que hay detrás de cada pensamiento. Hay que hacerse una serie de preguntas para poder superarlos: Cómo estoy juzgando al mundo, es decir ¿…si el mundo es como es o acaso lo estamos viendo como producto de nuestro estado de ánimo…? Cómo estoy juzgando a la gente que me rodea, que juicios estoy emitiendo sobre ellos. Si son reales o están siendo producto de mi estado de ánimo. ¿Qué juicios tengo acerca de mí mismo? Si tengo mi autoestima intacta o estoy sufriendo una bajada de la autoestima relacionada con este inexplicable estado de ánimo… Si los pensamientos negativos sobre mi mismo están condicionando mi visión de mi mismo.¿Qué juicios tengo acerca del futuro? Posiblemente el futuro lo tengamos pigmentado del color con lo que el estado de ánimo nos está contaminando. Quizás ayer, o hace dos días, o mañana lo veamos de forma distinta… Estas preguntas deberían bastar para especificar el estado de ánimo en que nos encontramos
- .-Identificada la estructura de nuestros pensamientos y el lenguaje y las palabras que usamos con nosotros mismos, los pensamientos automáticos que contienen nuestros estado de ánimo, podemos buscar acciones que realizar para cambiar esas afirmaciones, juicios, etc.. Ponernos manos a la obra para llevar a cabo acciones concretas de cambio. Estas acciones pueden incluir conversaciones con terceras personas. No debemos permitir que nuestro estado de ánimo bloquee nuestra acción.
- .-Si nos damos cuenta de que tendemos a ser recurrentes en ciertos estados de ánimo, podemos también realizar acciones para anticipar los momentos en que el estado de ánimo va a aparecer nuevamente. Así podremos construir nuevos repertorios o acciones alternativas para no entrar en el estado de ánimo recurrente.
- .-Relaciones Sociales: Una acción posible es sumergirnos entre personas con las cuales nuestro estado de ánimo no tiene cabida. Es decir no ir buscando o encontrando y alinearnos continuamente con personas que su estado de ánimo coincide con el nuestro. Hay veces que parece que estar con ellas, que nos escuchen es bueno para nosotros. Pero a veces actúa como trampa. Es necesario también relacionarse con otras personas, con gente que tiene otra forma de ver las cosas. Eso nos ayudará a cambiar, porque los estados de ánimo son contagiosos. Esto también opera en sentido inverso: si nos rodeamos de personas que tienen un estado de ánimo negativo, podemos contagiarnos de ellas.
- .-No debemos olvidar la conexión con el cuerpo. Si cambiamos la postura corporal, practicamos ejercicio, aprendemos a respirar o a relajarnos, ciertos estados de ánimo desaparecerán. La música es también una forma efectiva de intervenir a nivel corporal. Ya lo hemos dicho en otros post. Poner nuevos hábitos que nos mejoren el estado de ánimo es esencial y pasar a la acción es fundamental.
Tres estados de ánimo frecuentes: El Resentimiento, la aceptación
y la paz interior y la Resignación
EL RESENTIMIENTO es un estado de ánimo que tiene una conversación subyacente con
nosotros mismos en la cual interpretamos que hemos sido víctimas de una acción
injusta y en la que alguien aparece como culpable por lo que nos sucede (una
persona, nuestra expareja, un grupo de personas, toda una categoría de
individuos, nuestra empresa u organización, o incluso la vida misma o el mundo
entero). Es difícil de identificar, y muy difícil darse cuenta de que actúa en
lo más profundo de nuestro ser. Pero opera de una manera muy efectiva en
nuestro pensamiento. Es como un filtro incapacitante para que aparezcan otros sentimientos.
El resentimiento no
para aquí. La persona resentida hace además una declaración que señala a otra
persona: aquel que cometió la injusticia, pagará por ello. Aparece así el deseo
de venganza como subproducto habitual del resentimiento. La venganza es un
sentimiento muy potente, es incapaz de interactuar con un pensamiento positivo hacía
la otra persona.
El estado de ánimo del resentimiento se asemeja mucho al de la
ira. La principal diferencia reside en que la ira se manifiesta abiertamente y
el resentimiento permanece escondido, permanece oculto en nuestro pensamiento. Por
ello es mucho más dañino. Además reconocernos como “resentidos/as” es ya un
ejercicio que nos genera malestar y no digamos reconocernos ante los demás
(algo altamente improbable). Permanece
como una conversación privada. Crece en el silencio y rara vez se manifiesta
directamente o lo hace ante personas no adecuadas (decimos no adecuadas porque
aparece como queja ante terceras personas que no pueden hacer nada efectivo
para aliviar el estado de ánimo resentido. Por el contrario, la queja ante
terceras personas suele alimentar el estado de ánimo de resentimiento y hacerlo
crecer, por lo que hay que manejarlo con cuidado).
Normalmente
encontraremos una promesa o/y unas expectativas consideradas legítimas que, en
ambos casos, no son cumplidas. Pero además, es necesario que exista una
situación que obstruya o impida manifestar nuestra ira o hacer una reclamación.
Si fuéramos capaces de expresarlo y canalizarlo sería más fácil. Por eso es muy
recomendable fomentar estos espacios o canales de comunicación para expresarlo.
Esto evitará muchos problemas futuros.
El resentimiento
surge de la impotencia y a menudo la reproduce. Una razón para esconder la ira
y dejar que se desarrolle el resentimiento es cuando nos encontramos en una
situación precaria de poder. Tenemos miedo de hacer nuestra reclamación y por
eso la mantenemos oculta. A veces el carácter introvertido y las dificultades psicológicas
o alguna enfermedad mental también dificulta la expresión de reclamación. Por
eso, en las situaciones de liderazgo en las empresas, pueden surgir muchos
casos de resentimiento por parte de los subordinados. Esto genera a veces
conflictos y problemas que acaban en situaciones muy comprometidas para todas
las personas que se encuentran en esa situación.
La persona en resentimiento se ve afectada por un sufrimiento
penetrante y muchas veces casi permanente, que se manifiesta en múltiples
situaciones de su vida. La persona resentida, además, ve bloqueada su capacidad
de actuar, porque se mantiene sumida en una conversación que se niega a aceptar
la pérdida sufrida, la situación que ha cambiado, se asienta en el pasado (en
lo que ocurrió y lo que debía haber ocurrido) y cierra puertas al futuro. En
este sentido el resentimiento es un estado de ánimo que esclaviza a quién la
padece y por tanto incapacita para crecer a la persona.
Es frecuente también en las relaciones de pareja y en las
separaciones y divorcios. Y es bueno aprender a canalizarlo para intentar
construir una nueva situación que será el resultado de la nueva etapa de la
vida que se afronta y para ello es muy necesario cerrar los resentimientos y
canalizarlos no contra “la otra parte”.
Los pensamientos subyacentes
y las creencias en un proceso de resentimiento conllevan las siguientes
afirmaciones interiores y que aunque las reconozcamos, cuesta hacerles frente:
1. Afirmo que sucedió
(o no sucedió), determinado hecho (X) , siempre en clave de las circunstancias
que rodearon al hecho en sí que es el inicio del problema…
2. Juzgo que ello
implica el incumplimiento de una promesa legítima que me fue dada o el
incumplimiento de una expectativa legítima que yo tenía respecto de alguien o
de algo, de alguna responsabilidad, .
3. Juzgo que ese
hecho X me causó un daño irreparable y restringió mis posibilidades actuales y
futuras.
4. Juzgo que esto no
es justo.
5. Declaro que A (una
persona, un grupo de personas o el conjunto de la humanidad) es responsable de
dicho daño.
6. Juzgo que no puedo
hacer nada para que A repare el daño que me ocasionó.
7. Declaro asimismo
que esto es una injusticia.
Los distintos pensamientos estimulan un comportamiento, a veces oculto por el "castigo social" que puede conllevar de rechazo de personas que puedan percibir la intencionalidad del daño por venganza y a veces explicito para dar a conocer socialmente la venganza realizada. Todo ello con distintas acciones que van desde el descrédito a la generación de acciones judiciales o de perdidas económicas y/o afectivas. En las separaciones y/o divorcios se actúa bajo este sentimiento tan dañino para el bienestar de los hijos por parte de uno o de los dos miembros de la expareja.
LA ACEPTACIÓN O PAZ INTERIOR Entendemos este
estado de ánimo como diametralmente opuesto al del resentimiento. Es como la otra parte de un contínuo en el proceso de superación del resentimiento. Exige
una expresión de reconciliación. Decimos estar en paz cuando aceptamos vivir en
armonía con las posibilidades que nos fueron cerradas. Estamos en paz cuando
aceptamos las pérdidas que no está en nuestras manos cambiar. La única manera
de superar el resentimiento es a través de la aceptación y, desde ahí, hay
únicamente dos caminos: el perdón o la reclamación.
El proceso de aceptación
requiere los siguientes pasos:
1. Aceptamos las
puertas que nos fueron cerradas, independientemente de las causas
2. Aceptamos las
pérdidas de lo que no está en nuestras manos cambiar, ya se ha producido y poco podemos hacer.
3. Aceptamos que
podemos cambiar lo cambiable, sin el lamento amargo e inútil de lo que no
podemos cambiar. El lamento continuo no te lleva a ninguna parte. Si te puede llevar a resentimiento permanente.
4. El proceso de
reclamación, por su parte, tiene también de una serie de pasos que han de ser
dados:
1. Tú me prometiste
“X” y no has cumplido
2. Eso me ha
provocado el daño “Y”
3. Yo creo que tú
eres responsable de ese daño y yo te perdono por lo que has hecho
4. Te pido que, para
reparar el daño, hagas A,.....
5. (si la otra
persona acepta): Gracias. Si no, habrá que negociar (si es posible).
Todo este proceso debe ser explicito, es decir hablado, comunicado, buscando espacios de diálogo y de comunicación formal e informal.
LA RESIGNACIÓN COMO ESTADO DE ÁNIMO
La resignación es
otro estado de ánimo en el que a veces podemos encontrarnos. La resignación es
un estado de ánimo que tiene la creencia oculta de que nada de lo que se haga
puede cambiar una determinada situación. Es un estado que implica que la
persona se da por vencida ante cualquier situación que se le haya presentado.
Como decía Balzac "La resignación es un suicidio cotidiano".
En la empresa es frecuente que la resignación mate el talento. Normalmente las personas que están como resignados y son verdaderos muertos vivientes para una organización siempre dudan de si algún objetivo concreto se puede alcanzar. Piensan siempre en ideas y propuestas, no en hechos. Se quedan sólo en buenas intenciones. Bajan los brazos al instante. Sienten miedo al fracaso. No pasan a la acción, se quedan quietos. Se dicen, ‘nunca seré capaz de hacerlo’. Sólo ven defectos. Para ello las empresas tambien han de hacer esfuerzos: en la claridad (en las funciones), responsabilidad (dotar de autonomía y flexibilidad), valoración del trabajo (dando feedback de lo realizado) y mejorando la relación (comunicación permanente y orgullo de pertenencia a la organización). Pero aún así hace mucha falta la voluntad para el cambio del resignado/a. Con frecuencia las excusas y las causas ajenas a la persona son las que prevalecen antes de cambiar. Para ello es importante tener una cultura abierta y participativa, positiva y realista que estimule la participación y el compromiso (pero será objeto de otro capítulo).
La persona que tiene
un estado de ánimo resignado cree que es realista y tiene numerosos juicios
para fundar su realidad. De esta manera, la persona resignada está atrapada, no
puede hacer nada para cambiar la situación. No ve el futuro como un espacio en
el que la intervención sea posible. Si este estado de ánimo se perpetúa
hablamos entonces de sentimiento de indefensión y de parálisis.
La modificación de la resignación como estado de ánimo pasa por la
revisión de todos los juicios que fundan dicha resignación. El dibujo de la derecha expresa claramente cúal puede ser nuestra actitud frente a la resignación. Cuando la persona
tiene una resignación permanente o de manera muy frecuente necesita un apoyo de
un terapeuta, de un/a psicólogo/a. El trabajo del profesional es el de hacer
pasar a la persona resignada de un estado de ánimo de resignación a la ambición
de lograr el cambio que desea.
Esperamos que sirva para su ayuda. No obstante la mejor ayuda son sus comentarios, sus experiencias, sus puntos de vista. Háganos llegar a través de los comentarios del Blog. Son de gran ayuda para mucha gente. Gracias.
3 comentarios:
Gracias por tan valioso texto!
Me ha sido de gran ayuda.
Gracias, estoy en una situación de " que piensan o que dicen los demás, "
Muchas cracias por compartir tan baliosos y acertados temas. Compartire con gusto tambien.
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