La sociedad actual está cambiando a un ritmo vertiginoso y con ella los niños: cada vez saben más, reciben más información y tienen más acceso a todo. Junto a ellos, los padres, aun deseosos de hacerlo bien, se sienten, a menudo, arrastrados por las dudas sobre cómo actuar, la falta de tiempo y la presión social. En consecuencia, demasiada desorientación, de mayores y pequeños. Las consultas de psicología están llenas de padres y madres que están desbordados por sus hijos/as En la educación de hoy hay muchas barreras que saltar, sí, pero no es un imposible. Con un poco de coherencia, el camino es mucho más sencillo porque la sociedad cambia con rapidez, pero, en el fondo, el ser humano sigue teniendo las mismas necesidades: ser querido, reconocido, aceptado, integrado.Está más que demostrado.
En este video podemos ver un ejemplo de las dificultades reales de los padres y madres con la educación de sus hijos:
LOS NIÑOS TIRANOS Y EL "SÍNDROME DEL EMPERADOR"
Hay un tipo de niños que se convierten en unos tiranos con sus familias. Son desobedientes, maleducados e incluso agresivos con sus padres. Da la impresión de que no tienen sentimiento de culpa, y aunque momentáneamente parecen arrepentidos pronto vuelven a las andadas. Son unos manipuladores natos. Se les conoce como 'niños tiranos' o niños con 'el Síndrome del Emperador'.
¿Cualquier niño es susceptible de ser un tirano o hay unas condiciones genéticas para ello? Los expertos no acaban de ponerse de acuerdo. Los hay que dan más peso a la cuestión genética, y los hay que otorgan más importancia a los factores ambientales o educativos. Yo me inclino por pensar que influye más la educación y el ambiente en el que vive el niño/a. Lo cierto es que un niño criado en unas condiciones de gran permisividad y sin límites claros tiene muchas papeletas de convertirse en un pequeño tirano. Imaginaos lo que puede pasar si se combinan los dos aspectos (p.ej. en niños donde hay una patología mental, o en niños que tienen un Déficit de Atención e Hiperactividad). Es una bomba de relojería.
¿Cualquier niño es susceptible de ser un tirano o hay unas condiciones genéticas para ello? Los expertos no acaban de ponerse de acuerdo. Los hay que dan más peso a la cuestión genética, y los hay que otorgan más importancia a los factores ambientales o educativos. Yo me inclino por pensar que influye más la educación y el ambiente en el que vive el niño/a. Lo cierto es que un niño criado en unas condiciones de gran permisividad y sin límites claros tiene muchas papeletas de convertirse en un pequeño tirano. Imaginaos lo que puede pasar si se combinan los dos aspectos (p.ej. en niños donde hay una patología mental, o en niños que tienen un Déficit de Atención e Hiperactividad). Es una bomba de relojería.
¿Podemos hacer algo para ayudar a estos niños y a sus familias? Siempre se puede hacer algo, pero es muy importante la detección precoz. Cuanto más pequeño sea el niño, más posibilidades hay de trabajar y conseguir un autocontrol de estas conductas. Pero la familia tiene que ser muy consciente que no es un trabajo sólo del niño. "Yo lo llevo a un especialista y que me lo arreglen"... ¡como si fuese un juguete estropeado! Es un trabajo conjunto y muy difícil tanto por parte del niño como de la familia, y normalmente tiene que realizarse con el asesoramiento de profesionales. Este último punto, a veces, es el más complicado. Encontrar un buen especialista que asesore bien a la familia y le sepa guiar en esta dura tarea de reencontrarse, de marcar y respetar límites, y de que cada uno sepa y tenga claro el lugar que ocupa. Hay recursos públicos para ayudar a estas familias, pero es cierto que no son suficientes, y muchas veces es necesario recurrir a tratamientos privados que son caros.
¿Cuáles son los indicadores para preocuparse o sospechar que tiene usted un 'hijo tirano'? Algunos de los comportamientos más habituales...
1.-Se muestra muy caprichoso y monta grandes 'pataletas' (puede llegar incluso a autolesionarse).
2.-Es un manipulador nato y siempre acaba consiguiendo lo que quiere.
3.-Tiene muy poca tolerancia a la frustración.
4.-No asume las consecuencias de sus actos. Todo lo malo que pasa es culpa de los demás. Por ejemplo, no pueden entender que uno les ha pisado sin querer; consideran que ha sido a propósito y por tanto hay que devolver el pisotón. Y si es él quien ha pisado a alguien, no es culpa suya, sino del otro por meter el pie debajo.
5.-Les cuesta muchísimo seguir las normas, parece que no van con ellos. De hecho, habitualmente no las cumplen.
6.-Se muestran agresivos con las personas que se interponen en su camino para conseguir lo que desean. Lo más habitual es que se muestren agresivos con sus padres, aunque a veces también con sus compañeros o profesores. Insultan, pegan puñetazos o patadas, escupen, rompen objetos...
7.-Les cuesta mucho integrarse en un grupo de iguales. Suelen tener amigos de conveniencia nada más.
8.-No muestran arrepentimiento o culpa. Es como si no aprendiesen de las consecuencias.
Si usted observa más de uno (dos o más) de estos rasgos en su hijo/a no dude en consultar con un especialista y pedir ayuda lo más pronto posible.
¿Qué podemos hacer para prevenir el síndrome del emperador?
■Debemos estar atentos a los síntomas precoces, educar desde pequeños, y si detectamos algún síntoma de los anteriores, establecer límites muy claros y no dejar nunca de ejercer la autoridad.
■Dedicar más tiempo a su desarrollo moral y emocional.
■Fomentar la empatía y la capacidad de realizar actos prosociales. Que se relacionen más con sus iguales y aprendan a frustarse. La práctica del deporte en equipo es muy útil para ello.
■Hablar con ellos sobre las consecuencias de sus acciones en los demás. La comunicación una vez más se vuelve clave.
LA AYUDA DE LA AUTORIDAD DE PADRES Y MADRES
Los padres tenemos la posibilidad y la capacidad para educar a nuestros hijos y podemos hacerlo bien, salvo en casos muy especiales.
En numerosas familias, la autoridad de los padres se ha debilitado. Hemos pasado en pocos años del autoritarismo de las generaciones anteriores a la ausencia de autoridad. Muchos padres no consiguen poner límites a los horarios de sus hijos, a los tipos de diversiones, a las demandas consumistas, a su desidia en los estudios, a sus malos modales... Pero buscar las causas y las soluciones fuera de la familia, no sirve de nada. La solución a esta crisis de autoridad debemos buscarla en el interior de la familia y, sobretodo, en cómo nosotros, los padres, la estamos ejerciendo.
¿Qué se necesita para disfrutar de una autoridad eficaz?
Algunos padres piensan que perder autoridad es irremediable. Pero la autoridad no es un don divino que se nos otorga y con él obtenemos la ciencia para decidir correctamente, el ingenio para organizar y la habilidad para ser obedecido. Y, al igual que no se nos otorga, tampoco se nos niega como si se tratara de un objeto. El grado de autoridad que tengamos los padres depende, sobretodo, de cómo utilizamos el poder que tenemos sobre los hijos, y eso nos permite aumentarla, recuperarla o perderla.
Lo mejor es empezar a ejercer una autoridad positiva cuando nuestros hijos son pequeños. Pero si no ha sido así, todavía estamos a tiempo. Cuanto antes cambiemos algo y mejoremos, tanto mejor.
Algunas cuestiones básicas para tener o recuperar la autoridad:
1.-El consenso en la pareja. Que la pareja debe estar de acuerdo en relación con los objetivos y los medios educativos es algo que resulta evidente aunque a veces no es fácil de llevar a cabo. La responsabilidad como educadores, y por tanto la autoridad, es tanto del padre como de la madre, y sólo el acuerdo entre ambos permitirá progresar correctamente en la educación de nuestros hijos. Se necesitará el intercambio constante de información entre la pareja sobre nuestros hijos, sobre cómo podemos ayudarles, las normas que estableceremos, los estímulos que les proponemos... Es bueno que los padres lleguen a un acuerdo antes de planteárselo a sus hijos. Y aunque a veces resulte difícil llegar los dos a un mismo punto debéis pensar que esta dificultad también es una ventaja, ya que en el momento de observar y saber de vuestros hijos, veréis mejor con cuatro ojos que con dos. No perder de vista que podéis ayudaros y que debéis apoyaros. En el caso de las parejas divorciadas hay que hacer un esfuerzo mayor de consenso y no por ello más necesario. Consensuar pautas es algo más que una necesidad, es una obligación, porque hay mayor complejidad en el manejo de situaciones educativas. Aqui os recomiendo algún artículo que puede ayudar a los padres divorciados con sus hijos.
2.- La autoridad debe ejercerse de forma participativa. Los padres no debemos imponer nada a nuestros hijos de manera despótica. Debemos proponer alternativas u opciones entre las que escoger y dejar que nuestros hijos participen en la toma de decisiones. Si somos respetuosos con nuestros hijos ellos también lo serán con nosotros. Mientras que si nos comportamos de una manera demasiado exigente mandando y obligando en lugar de sugerir y proponer, sólo conseguiremos desobediencia, indisciplina y rebeldía.
3.-Los padres/madres deben buscar la felicidad de los hijos y potenciar su autonomía. No debemos pedir o mandar cosas a nuestros hijos para nuestra comodidad o para nuestro propio o exclusivo beneficio. Sólo en la medida en que nuestros hijos reconozcan que las normas que establecemos y las cosas que les mandemos son para su propio beneficio e interés, nos aceptarán como autoridad. En el caso de los padres divorciados este punto se torna trascendental ya que uno de los progenitores puede estar permanentemente socavando la autoridad demostrando a los hijos el beneficio que obtiene el otro por la norma que se ha establecido: "Claro tu padre/madre dice que te acuestes a las 10 pm para que él pueda estar tranquilo y relajarse antes!" "Claro él/ella os trae a la casa el viernes para tener el fin de semana más libre y hacer lo que él/ella quiere y divertirse...." Además del daño psicologico que esto produce socava fuertemente la autoridad de los dos (no sólo de uno, ya que esa afirmación seguro que trae otras consecuencias). La autoridad-servicio produce necesariamente la autoridad-prestigio.
4.-La autoridad no debe ser aleatoria, debe apoyarse en valores y normas estables. Nada hay más destructivo que los cambios de actitud de los padres en lo que respecta a lo que es bueno o malo, lo que hay que hacer y lo que no, lo que es importante y lo que no lo es. Mandar o exigir cosas según el propio estado de ánimo o según las circunstancias es una manera muy eficaz de conseguir que perdamos autoridad sobre nuestros hijos. Si ellos observan que tus exigencias no responden a otra cosa que a tu cansancio, malhumor, etc. no se verán obligados a obedecer ni entenderán por qué deben hacerlo: "Total, espero a que se le pase el enfado y ya está". Para ello es mejor buscar también el mejor momento para hablar y poner normas. Los momentos de cansancio o de tensión hemos de detectarlos a tiempo y huir de ellos. Si ha sido demasiado tarde..., rectificar y retomar el tema de forma constructiva reconociendo errores y avanzando. Reconocer errores también otorga autoridad.
5.-La conducta de los propios padres debe ser coherente. Los padres deben predicar con el ejemplo. Los modos de conducta incoherentes o falsos generan sencillamente rebeldía. La siguiente escena es muy significativa: "¿Queréis dejar de gritar como salvajes maleducadoooooooos?" -Grita con todas sus fuerzas la madre a sus hijos, que están inmersos en un gran alboroto. O, por ejemplo "...No debes fumar" y ese mismo padre/madre es fumador. Igual que con la bebida y el alcohol... Las contradicciones entre lo que digo y lo que hago socavan la autoridad.
6.-La autoridad debe traducirse en hechos. La autoridad, además de tenerla, hay que ejercerla. Hay que tomar decisiones sobre lo que deseamos para nuestros hijos y sobre las ayudas que necesitan. Establecer, con su colaboración, las normas que revestirán el ambiente de nuestra casa. Velar por el cumplimiento de las normas establecidas y detectar los problemas de los hijos. Exigirles que cumplan su cometido y sancionar su conducta de manera positiva o negativa para ayudarles a desarrollar su propia conciencia. Necesitamos dedicación y empeño, pero nuestra autoridad para con los hijos la encontraremos en su ejercicio. Su conducta debe tener consecuencias en su sistema de recompensas y de castigos. estos últimos hay que manejarlos con sumo cuidado procurando siempre la supresión de actividades o juegos o recompensas por su conducta y además hacerlo de manera contigente en el momento oportuno.
podrán capacitarse para crear la armoniosa combinación de una firme disciplina y un gran amor, fórmula infalible para educar hijos felices.
Hay unas consecuencias desastrosas que la falta de autoridad de los padres y la sobreprotección hacía los hijos, eso acarrea consecuencias no sólo al hijo que se le sobreprotege sino también a las generaciones venideras. Nuestra experiencia demuestra que cuando un padre comprende la trascendencia tan destructiva que tiene el hecho de sobreproteger a su hijo, ese padre despertará sus recursos internos que le permitirán retomar su autoridad cedida al hijo, tal vez sin haberse dado cuenta.
Ciertamente, los padres aman a sus hijos y procuran lo mejor para ellos, sin embargo, de una manera bien intencionada y en su afán de verlos felices, complacerlos y evitarles disgustos, no se dan cuenta que entran a una dinámica familiar que en lugar de ayudar y engrandecer a los hijos, los perjudican y limitan.
Hay un libro que pueden consultar de manera extensa sobre lo que se ha dado en llamar "El síndrome del Emperador" y "los hijos tiranos" que nos puede aportar mucha más información al respecto. Queda claro en ella que la sobre protección de los hijos/as puede ser una forma de maltrato, abuso y agresión que sólo asegura una vida de infelicidad y de frustración.
Y para aquellos padres que identifican y "padecen" las consecuencias de sobreproteger a sus hijos, este libro es una efectiva y práctica guía para detener todo comportamiento contraproducente y retomar el rumbo, transformando la educación que se les brinda para que se convierta en la mejor herencia que un padre y una madre pueda otorgarle a su hijo: la capacidad de valorarse, la habilidad para sobreponerse de las dificultades, la tolerancia a la frustración, la responsabilidad y, sobre todo, el reconocimiento de sus recursos internos.
Educar para ser más positivos ante la vida, a pesar del stress, ansiedades y depresiones de los padres/madres Todos queremos que los niños/as cultiven una actitud positiva, pero hoy en día constatamos cómo los trastornos psiquiátricos infantiles van en aumento. Algo estamos haciendo mal.
Quizás la respuesta esté en la manera en que hemos decidido vivir y cómo le estamos enseñando a nuestros hijos a hacerlo. No parece lógico pedirle a ellos que cultiven el optimismo mientras nosotros nos atiborramos de píldoras para superar la tristeza, la tensión o el insomnio. La clave, más bien, está en cambiar de onda y predicar con el ejemplo. A ser positivo se aprende. Lo aseguran especialistas, que han rescatado un concepto de difícil pronunciación : la resiliencia para decirnos que a la hora de educar a los hijos, nuestra mirada debe estar puesta en sus recursos y no en sus carencias.
PARA EMPEZAR...ALGUNOS CONSEJOS
Los niños son tremendamente sensibles, ellos calan hondo, y lo que tú dices es la verdad de la vida. El papá y la mamá les están formando la ética y la moral. Por lo tanto los que tenemos la obligación de enfrentar la vida de una manera positiva somos los adultos y a los hijos tenemos que entregarles los principios básicos de aceptación: "yo te amo, siempre, aunque te portes mal", "tu eres bueno, siempre, aunque estés siendo desobediente". Todas las edades son claves y sobre todo las primeras, porque son los momentos dónde se produce la impregnación. Que el niño sea recibido con amor, tratado con afecto, con un cariño que es expresado a través del lenguaje, de gestos, de estímulos y, por lo tanto, que viva su temprana infancia en ese clima es algo que le va a quedar para siempre. de nada o de muy poco sirve que hoy tengamos cariño por doquier o mañana incluso y pasado mañana comencemos con chantajes emocionales con ellos. Los padres o madres con problemas emocionales suelen chantajear al hijo con otras conductas emocionales como retirarles el cariño o mostrarse indiferentes. Esto no ayuda, y hace a los niños/as más vulnerables a los trastornos.
Las vivencias concretas quizás a futuro no las va a recordar, pero sí va a tener el sentimiento, la confianza básica. Así, el niño tomará cada siguiente etapa de la vida y los aprendizajes que a ella correspondan, con una mayor seguridad en sí mismo, de tal manera que será más probable que le vaya bien en esos aprendizajes. Así es cómo se va creando un círculo virtuoso. En la medida que te sientes bien y te va bien, tienes muchas más posibilidades de que la próxima tarea que emprendas y en las relaciones que establezcas te vaya bien.
EL INFELIZ SE HACE (A LO LARGO DE LA VIDA)
Los primeros años de vida son estructurantes para la personalidad y podemos en este tiempo o bien aprender a ser felices y disfrutar sanamente de la vida o todo lo contrario. Aprendemos a ser infelices y a sufrir cuando recibimos de nuestros progenitores mensajes que condicionan actitudes frente a la vida y nos hacen ver su lado gris: "en la vida se sufre ", "lo que no cuesta trabajo no vale", "debemos sacrificarnos por los demás", "la vida es un valle de lágrimas", "quien bien te quiere te hará llorar", "niño chico, problema chico. Niño grande, problema grande", "disfruta ahora cuanto puedas, porque cuando crezcas ya verás".
Además tendemos a separar la realidad en polaridades (lo bueno v/s lo malo, lo bonito v/s lo feo), de forma simple, en lugar de aceptarlas como partes complementarias de la realidad. cada cosa tiene una parte buena y le complementan una serie de cosas distintas (más o menos buenasd en una escala de grises). Creemos en la ilusión de que podemos llegar a tener sólo la parte bonitta de la vida y eso frustra mucho.
Es frecuente encontrar en nuestra época dificultades en cómo los padres abordan el tema de la educación en el manejo del dinero de los hijos, de cara a la sobreabundancia, en algunos casos, o en otros, como es ahora más común por los efectos de la propia crisis económica, a la escasez de los recursos monetarios exietentes. Es necesario comenzar desde pequeños a educar en estas pautas.
Esto implica que, desde pequeños, se confrontan con la limitación del dinero. Mejor dicho, se relacionan con la actitud que tienen sus padres frente al gasto. Esto puede determinar su vínculo con las finanzas, en gran parte de su vida.
Pero...¿Esto sólo pasa con las familias a las que no les gusta o no pueden gastar? Por supuesto que no. Los hijos con padres muy gastadores, se enfrentan a problemas inversos. Dentro de la clase, por ejemplo, son los que “más caramelos” tienen o los que cuentan con el juego de moda. Esto impulsa una cierta conducta del resto de sus compañeros frente a este “chico rico”.
Si bien éste es un tema que está lejos de ser una ciencia exacta, acá se presentan algunos consejos para ayudarlo en la relación de su hijo con el dinero.
1– Para enseñarle a los chicos a manejar el dinero, cuanto más temprano mejor.
Los niños tienen una capacidad de gasto totalmente ilimitada. Recién cuando empiezan a ganar sus primeros sueldos y a solventar sus necesidades, comienzan a medirse un poco. Este hecho, sin duda, lo tendría que impulsar a tratar de educar a su hijo en este tema, para evitar problemas presentes y futuros.
Incluso mucho antes de que aprendan a sumar y restar, comienzan a entender el concepto del dinero. Cualquiera que tenga cuatro años sabe dónde sus padres consiguen el efectivo. Por ejemplo, de un cajero automático. Pero para que entiendan que ellos deben trabajar para obtenerlo, requiere de una mente mucho más madura. Muchas veces, este proceso puede ser duro y lento. Por eso, cuando antes empiece a hablar del tema, mucho mejor.
2– Una mensualidad/ asignación semanal puede ser una herramienta importante
Cuando los niños son más chicos, es fundamental que reciban pequeñas cantidades de dinero para sus gastos diarios. De esa forma, aprenderán a cuidarlo y sabrán que es limitado. En el momento de manejar montos más grandes, esta disciplina puede ser de gran ayuda.
La mensualidad debe estar en correlación con la edad. A su vez, hay que definir cómo se lo entregará (por semana, por mes, un día específico) y qué debe cumplir durante ese tiempo para recibir el privilegio.
El consenso entre los padres recomienda dar un €uro a la semana por cada grado escolar que alcancen. Por ejemplo, en tercero, se empieza con tres euros a la semana, cuatro en cuarto, cinco euros en quinto y así, sucesivamente. En secundaria 7 €uros en 1º de ESO...hasta 10 €uros en 4º de ESO.
3– Cuando los chicos entienden cómo funciona el dinero, generalmente despliegan su instinto conservador
Una vez desinflada la posibilidad de la gratificación instantánea, los niños aprenden que con su dinero pueden comprar las cosas que quieren (caramelos, juguetes, etc.) y comienzan a juntar cada centimo que tienen a su alcance. Esto puede determinar su comportamiento financiero por el resto de su vida.
4– Es el momento de cometer errores
Es importante que se los deje cometer sus propios errores con el dinero. Ahora, es el mejor momento para que aprendan a superar sus propios errores , ya que no está en juego su casa o el coche. Por ejemplo, si reciben una mensualidad y se les termina antes, deberán afrontar las consecuencias de esta equivocación. Una vez que lo tienen en su poder, deben experimentar la alegría de obtener algo que desean o la frustración de ver que lo han desperdiciado.
5– Defina bien claro quién paga cada cosa
Los padres e hijos necesitan determinar qué cosas correrán por cuenta de cada uno. Por ejemplo, no servirá de mucho si, además de la mensualidad, cuando quieren algo, uno corre a comprárselo y llena todas sus expectativas. Hay que mantener la misma regla... y ahorrar para conseguir.
Debe existir algún parámetro sobre lo que ellos deben pagar por sí mismos y qué cosas haremos por ellos. Por ejemplo, les compro la mayoría de sus vestimentas pero ellos desean una sudadera más u otro par de zapatos o zapatillas de una marca específica más cara. ¡Ellos/as pagarán la diferencia!
6– Los conceptos sobre inversiones deben ser enseñados desde pequeños
Los adolescentes deben ir aprendiendo acerca del mercado utilizando dinero real. En primer lugar, enséñenle de manera muy sencilla a cómo manejar fondos para adquirir inversioners o cómo se le saca mejor rendimiento al dinero, comenzando por no tirar el que ya tienen.
Una vez que el adolescente domine todos estos aspectos, estará preparado para, el día de mañana, manejar su dinero con éxito desde joven y no le tendrá miedo a las finanzas personales.
Háganos llegar su comentario, su punto de vista sobre el problema de la educación de los/as hijos/as. Cualquier comentario, pregunta o puntualización puede sernos de mucha utilidad.
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